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Llegué temprano al aeropuerto y me topé con lo que ningún viajero quiere: una atenta y justa funcionaria de la aerolínea
que me aclaró, con amable paciencia, que mi boleto nunca
fue comprado, que mi cédula y mi nombre no aparecían
en la lista de pasajeros y que lo sentía mucho pero que diera paso al siguiente hombre en la fila, por favor.
Que quieren reencauzar al país por un camino lleno de amor
y de esperanza, dicen los que tienen voz, pero este espacio hostil sigue siendo un cementerio disfrazado de hermosos paisajes y buenas intenciones. El reloj despertador es un crimen, una guarimba, un accidente, cuando hay reloj despertador.
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